¿Alguna vez has sentido que tu vida pasa de la tranquilidad cotidiana de un paseo por el parque a una carretera de alta velocidad?
Justo así me sentí contigo, fue tan impactante el momento en que llegaste a mi vida que en mi ser predominaban la ansiedad, la incertidumbre y la incredulidad, “¡¿de verdad me está pasando esto a mí?! No, no puede ser, yo no siento nada, todo está bien”.
Todo cambió tan rápido que tuve que aprender a valorar esas pequeñas cosas que antes daba por sentado, había días en los que me sentía tan cansada que caminar una cuadra me pesaba tanto como si hubiera corrido un maratón, días en los que comía para no debilitarme, pero en realidad esas cosas tan deliciosas no tenían sabor en mi boca, días en los que me veía al espejo y simplemente no me reconocía.
Pero fue justo en esos días en los que tuve que tomar una decisión, ¡decidí que no me iba a dejar caer! Me di cuenta de que por más difíciles que se pusieran las cosas esto era sólo una etapa, que al final todo iba a pasar y ¿qué podía hacer yo? Yo no podía controlarte a ti, pero lo que sí podía controlar era la forma en que me hacías sentir, la forma en que reaccionaba ante el daño que me causabas y decidí enfrentarte con la mejor arma que tenía, una actitud positiva.
Así que me puse en acción, armé mi equipo SOS, en ese momento muchas personas se acercaron a mí y muchas otras también se alejaron, sin embargo me di cuenta de quiénes siempre estarían ahí y elegí a aquellos que podían comprender cuando quería hablar, cuando necesitaba compañía y que se convirtieron en mis porristas personales cuando las cosas se ponían difíciles, sin duda ellos se volvieron una de las razones que me impulsaron a salir adelante.
Encontré muy dentro de mí la fuerza para combatirte, no dejé que me arrebataras mis ganas de hacer lo que más me gusta, de salir con mis amigos, de acompañar a mi familia; tareas tan cotidianas como ir a trabajar o preparar mi comida, me hacían sentir mejor y aunque a veces no tenía los ánimos o la fuerza para iniciar el día esas cosas tan simples me ayudaron a enfocar mi mente en algo que no fueras tú.
Pero a pesar de todo, no tengo nada que reclamarte. Al contrario, te agradezco todos los aprendizajes que me diste, aprendí a conocerme, a quererme más, a cuidarme; cambiaste por completo mi visión de la vida, me enseñaste a poner mis necesidades y mis deseos antes que los de los demás, a valorar esas pequeñas cosas que a veces pasamos por alto, a ver la vida más brillante, a tener paciencia y estar consciente de que todo es una etapa y que cada quien decide cómo vivirla. Comencé a darle a cada cosa el valor justo, porque cuando tienes un punto de comparación donde dices: “de aquí para acá es muerte, de aquí para acá es vida”, tus prioridades se reacomodan.
Hoy puedo decir que fue un proceso difícil y doloroso, pero ahora sé que fue un tiempo necesario para sanar muchos aspectos de mí, físicos y emocionales. Hoy puedo decir que soy una sobreviviente del cáncer de mama, que poco a poco te vas recuperando, que es una experiencia que te marca para siempre y aunque recordarte mueve muchas emociones en mí, puedo decir que ya no me duele.
Después de pasar por todo esto, sólo me queda aconsejarte a ti que estás leyendo esto: por favor autoexplórate, cuídate y escucha lo que tu cuerpo te quiere decir, es mejor que vayas al doctor y que te diga que todo está bien a un “si hubieras venido antes, sería otra historia”, si tienes miedo busca un apoyo, siempre habrá una amiga, un familiar, una compañera de trabajo que te diga “no te preocupes, yo te acompaño”.
Y si estás en este proceso, no me resta más que contarte lo que a mí me funcionó, tú tienes la decisión de cómo vas a vivir este viaje, sea cual sea tu diagnóstico, esto es una etapa que finalmente va a pasar, acepta que te tocó vivirlo y sácale todo el provecho que puedas, escucha todo lo que tu cuerpo tiene para decirte, tómalo con un tiempo para ti, para conocerte, para amarte y para descubrir en cada pequeña cosa el gran valor que tiene la vida, recuerda que cada situación es diferente, puede que lo que a mí me funcionó quizá a ti no, así que apóyate en doctores de tu confianza, toma los consejos que creas prudentes y platícalos con ellos, encuentra a tu equipo SOS y sobre todo anímate a ti misma a salir adelante.
Atentamente, una guerrera contra el cáncer de mama.
Carta creada con base en la experiencia de tres sobrevivientes de cáncer de mama:
Érika Ramírez
Hilda Loria
Martha Cervantes